Dueños de nuestro porvenir

Sucede de vez en cuando que percibimos o nos ocurre algo que provoca toda una secuencia vital a través de un sueño por el que transcurre una época dorada. Es verdad que creo que no hay mejor tiempo que el presente, pero en estas ocasiones a las que aludo se produce una cierta nostalgia que impacta y genera sentimientos agridulces, a la postre ilusionantes.

Sea como fuere, contemplamos que la vida es más sencilla de lo que de manera cotidiana solemos meditar. No olvidemos que hay menos problemas importantes de los que referimos. Las complejidades, sin dejar de lado los aspectos objetivos que nos golpean recurrentemente, se basan en perspectivas variables y no definitivas, aunque puedan ser determinantes.

Hay coyunturas, hechos, acontecimientos, que nos llaman la atención, puede que fugazmente, es posible que por un tiempo, y que nos señalan de un modo fehaciente que los itinerarios son más reiterados y relativos de lo que registramos a diario. La calma en las vivencias es una garantía de justicia en las apreciaciones. Ésa puede ser una de las conclusiones que obtenemos de estas estampas que glosamos.

Todo sucede por algo. Nuestro coraje, seguramente, puede decantar los resultados hacia el margen en el que nos hallemos más confiados en nosotros mismos. La fe mueve montañas, y sueños… que podemos hacer realidad.

De nuevo, en este amanecer vemos la luz. Sabemos que algo bueno está por ocurrir: en esta jornada lo será porque hemos decidido ser dueños de nuestro porvenir.

Juan Tomás Frutos.

jtomas@um.es