Hace poco ayudaba a mi hijo con un trabajo sobre 1984 de George Orwell. Partíamos de una premisa clara: el lenguaje no es neutro, sino una construcción de poder que define lo que se dice y lo que se oculta. Orwell advertía cómo la Neolengua restringía el pensamiento crítico, mientras que Noam Chomsky, desde su análisis político y lingüístico, evidenció que esta manipulación no es ficción, sino una estrategia real utilizada por gobiernos y medios para sostener un orden injusto, lo llamó “El Problema de Orwell”. En Ecuador, el discurso es una herramienta clave para perpetuar la desigualdad y desmovilizar la conciencia social.
La manipulación mediática, alejada de los principios deontológicos del periodismo, se esconde tras eufemismos que maquillan la realidad: se habla de «ajuste económico» en vez de recortes sociales, de «inseguridad jurídica» en lugar de protección laboral, o de «paz social» cuando se reprime la protesta. Se justifican políticas que profundizan la pobreza mientras se criminaliza la resistencia y se persigue cualquier intento de transformación progresista. La censura no siempre es explícita; basta con saturar a la opinión pública con mensajes que banalizan la crisis y desvían la atención de los problemas estructurales.
En el Ecuador de hoy, el odio político no surge por casualidad; es fabricado y dirigido. Se fomenta la división entre «buenos y malos», «correístas y anticorreístas», «derecha e izquierda», sembrando desconfianza entre quienes deberían unirse contra el modelo económico que los oprime. Se demoniza la lucha por los derechos humanos, se ridiculiza la defensa del bien común y se impone la idea de que cualquier alternativa al neoliberalismo es una amenaza.
No se trata solo de cómo hablamos, sino de lo que permitimos que nos impongan como verdad a través de la manipulación mediática y de la política gubernamental. Romper esta lógica exige pensamiento crítico y valentía. El lenguaje puede ser un arma de control o una herramienta de liberación. Depende de nosotros recuperar su poder transformador.
Álex Daniel Mora Arciniegas
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