Yo opino

Cuando entendemos que la libertad es el escogitamiento de lo mejor para uno mismo y para los demás, podemos también entender que la libertad de opinión es una libertad que promueve el bienestar y la paz entre los seres humanos.

Entendido así, toda persona tiene el derecho de tener cualquier opinión. No importa si alguien opina que la Tierra es cuadrada, o que las estrellas titilan, o que el gobierno de algún presidente ha sido el mejor, o que el agua es incolora. Las opiniones están bien si no se van a tomar decisiones importantes.

La opinión es diferente de un conocimiento. Se puede opinar que las estrellas titilan, pero el conocimiento nos dice que no titilan. Sin embargo la opinión de que las estrellas titilan debe ser respetada, aunque se esté diciendo una falsedad. Y, debido a nuestra imperfección, siempre vamos a tener opiniones equivocadas.

¿Debemos, por lo tanto, aceptar y permitir que se opine equivocadamente y tomar decisiones importantes en base de dichas opiniones?

No se trata de eso. Respetar no significa acogerse a lo que la otra persona opina. Bien podemos respetarnos sin estar de acuerdo en muchas cosas.

Pero es importante no solamente opinar sino también tener conocimiento del tema. Debemos prepararnos siempre y llegar a ser expertos en algo. Y debemos dejar a los expertos que nos ayuden en lo que no conocemos. Es una audacia sin talento opinar cuando no se es experto en lo que se está tratando. Lástima que cualquiera opina sobre medicina, educación, política o moral sin saber nada o muy poco sobre esos campos del conocimiento. Estos desaciertos impiden hallar soluciones a los problemas de cada uno y de la comunidad. Y para la solución de los problemas, mientras más difíciles se tornan, menos opiniones se necesitan, pero sí más conocimientos.

Al menos, así opino yo.

Carlos Enrique Correa Jaramillo

cecorrea4@gmail.com