Un buen baño de verdad

Luego de 14 años del peor capítulo de la historia del Ecuador, es hora de un buen baño de verdad. No se trata simplemente del hecho que nos sintamos defraudados o desalentados frente a todo lo que está sucediendo o nos ha venido sucediendo en las últimas décadas, factores, que sumados al Covid y la ola de corrupción agravan aún más la situación.

El problema es un peligro, tenemos un pueblo a punto de estallar, cuerpo y mente ya no aguantan el cinismo y la desfachatez en la sociedad. La verborrea se ha vuelto el medio de comunicación entre el que informa y el receptor; la mentira es el tapete con que se cubre la mesa sucia de la corrupción y los malhechores son vistos como almas dignas de beatificación.

No sesgare el sarcasmo solo a lo sucedió en los últimos tiempos, me remitiré al inicio de la República, no sin antes decir que desde la colonia ya veníamos podridos. La República solo fue el cuadro para que los afanosos pinten y confabulen, sus ya “bien hechas fortunas”, aunque el tapete fue largo y la historia corta, los resultados saltan a la vista. Solo observemos los acontecimientos de las tres décadas antes del progresismo, las riñas, los insultos y el odio eran el melodrama de la tan distinguida clase política y su resultado son 14 años de deterioro social.

Lástima que la mediocridad y la estupidez se confundan con la ignorancia, las primeras no tienen cura, la segunda sí. En mucho de esto la culpa y complicidad, es de la educación y de los educadores. Una sociedad desprovista de educación es pueril y facilista, y, si a esto se suma la falta de ética, el resultado se llama Ecuador.