Recesión democrática

La región y el mundo atraviesan tiempos complejos, marcados por las violencias y la polarización política, así como por una desilusión generalizada con el sistema democrático. Nos encontramos en una coyuntura donde las autocracias, personalismos o populismos ganan cada vez más espacios y el concepto de que el poder reside en el pueblo y para el pueblo se encuentra cada vez más alejado del anhelo ciudadano.

En los Estados Latinoamericanos, este proceso de recesión democrática responde a varias dimensiones estructurales e inclusive culturales que se confabulan y validan el descontento con el sistema. Entre los factores estructurales destacan la desigualdad económica, que, al limitar acceso de las personas a oportunidades, genera un escenario de escepticismo sobre la capacidad de la democracia para mejorar sus vidas. La inestabilidad política socava la credibilidad en las instituciones, en una historia regional exacerbada por los regímenes autoritarios, golpes de estado o dictaduras.  La corrupción, se percibe como un tema endémico que provoca la erosión de la confianza hacia los funcionarios electos y las instituciones democráticas. El debilitamiento del estado de derecho o la violencia por parte del crimen organizado son también factores que debilita la democracia.

Según Latinobarómetro 2023, en promedio solo el 48% de los latinoamericanos apoya a la democracia, un 17% preferiría un régimen autoritario y a un 28% le es indiferente el tipo de régimen. Por otro lado, según datos The Economist menos del 8% de la población mundial vive en democracias plenas y un 39,4% se encuentra bajo un régimen autoritario. En Latinoamérica, las únicas democracias consideras plenas según el estudio son Uruguay y Costa Rica. Estos datos refuerzan la idea de que el autoritarismo en la región se ha ido validando poco a poco, evidenciando una preferencia por los liderazgos personalistas o populistas. Los valores y prácticas autoritarias son cada vez mejor valoradas y el hartazgo ciudadano con la clase política frente a su ineficiencia en la resolución del conflicto social se reflejan en los decrecientes índices de aceptación democrática.

Santiago Pérez Samaniego

@santiagojperezs