No es la primera vez que en el cantón Loja los comerciantes que se sujetan a las normas de la formalidad reclaman por los espacios que son vías públicas y en estos lugares la informalidad les hace competencia.
No es la primera vez que ninguna autoridad toma cartas en el asunto o lo hace a medias tintas.
No es la primera vez que se llama a la reflexión al voto para no tener que pasar por esta clase de vergüenzas a nivel nacional y nos caemos del pedestal como una ciudad culta y de intelectuales.
Basta con oír que nos dicen que esto es un problema mundial, que no hay una solución a estas dificultades y se sirven para ganar electorado y tienen pactos políticos que esta misma gente lo dice abiertamente.
No es la primera vez que en Loja se ve este desorden y el crecimiento desenfrenado de delincuencia y caos, porque nuestras autoridades administrativas y ejecutivas han normalizado este tipo de comportamientos dentro de la sociedad.
Se dice que se están oxigenando ciertas dependencias públicas en las que esperemos no vuelvan a ratificar al mismo personal. Gente seria no se sube en esa deriva.
Tampoco es la primera vez que nos toca elegir entre un verdugo y un verdugo quemeimportista.
Con tal de ganar una elección se dice cualquier cosa y nos estancamos como ciudad, como país.
Todavía no nos queda claro que somos un botín electoral y económico, dirigido por quien no plantea nada más que anarquismo. Y como van las cosas sin nadie que tome decisiones importantes somos presa fácil de la delincuencia en mayores proporciones que desdibuja la otrora Loja que vivía en paz y en orden.