En esta semana llena de altibajos por el estruendo político debido a su clímax previo a las elecciones. Me vino a la mente el traer a colación lo siempre bienvenido, oportuno e interesante argumento muy discutido de Maquiavelo del cual comparto muchos de sus pasajes, en especial cuando se menciona que la política es lo que debe de hacer el gobernante de turno basándose en un mecanismo que le permita de forma efectiva ejercer, mantener y proyectar el crecimiento de su poder.
Pero, este debe de tener en cuenta el dejar las consideraciones de orden moral, es decir del deber SER común por lo que ES, en este caso lo real. Por lo tanto, el quehacer de la política se enmarca en una característica importante como es el Realismo que le dará a la política su propio lugar, sentido y significado, dejando de lado lo subordinado a la ética, filosofía y la religión, promulgado por Sócrates, Platón y Aristóteles , pensadores de la Política Clásica que comulga con una especie de naturaleza humana inexistente concibiendo a “los hombres no como son” sino “como a ellos les gustaría que fueran”, es decir que quiere ver el público, la sociedad, el votante.
Entonces, la propuesta de construcción de un gobierno no debería ser desde un supuesto idealista, sino con conocimiento de cómo son los hombres en realidad. De aquí que el punto a debatir es ¿qué estereotipo de político es el que se presenta en la actualidad en las contiendas para cargos a nivel nacional y descentralizados? ¿Cuál es la evolución de quien busca la intención favorable del voto? Y es que, si analizamos por unos minutos las últimas contiendas electorales, todas ellas son fruto de una Política Clásica donde lo ético definido por las acciones de las personas muy probablemente dibujen un político con una conducta intachable por conveniencia, lo filosófico que deviene del sentido del obrar humano es decir su dónde gente maximizado y finalmente la religión, conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad muy explotada por los políticos. Pero todo lo expuesto pese a verse bonito, agradable es nulo al que hacer verdadero del administrador de la cosa pública, muy deslindado del realismo de la sociedad. Entonces se podría decir que la virtud y fortuna en la actualidad es para aquellos políticos que sin obrar bien el pueblo les favorece. ¿Qué opinas?
Paúl Cueva Luzuriaga