Paliza electoral

Los resultados de las elecciones presidenciales fueron sorpresivos. En la primera vuelta, pocos esperaron una diferencia tan pequeña entre los dos candidatos finalistas (16746 votos). De la misma forma, pocos esperaron la paliza electoral que, en la segunda vuelta, le propinó el candidato-presidente a la candidata del correísmo.

El correísmo cometió una serie de errores en la recta final de la campaña, que no solo asustaron a los electores, sino que a varios les produjo terror. Por ejemplo, el tema de la “ecuadolarización” (desdolarización) y la inocultable afinidad con la dictadura criminal de Nicolás Maduro en Venezuela.

Por su parte, Daniel Noboa abandonó el triunfalismo de la primera vuelta y mantuvo un contacto directo con el electorado. La participación de su madre y esposa produjo una grata impresión en una población cristiana, que valora la familia; algo que le faltó a Luisa González, quien prefirió aparecer junto a su camarilla rancia y repulsiva.

La mayoría de los electores de los catorce candidatos restantes, la disminución de los votos blancos, el mejoramiento del control electoral y la reducción del ausentismo electoral, principalmente evidenciado por la presencia masiva de los adultos mayores en las urnas, fueron las fuentes de donde salieron los votos para la paliza electoral de Daniel Noboa.

La reacción del correísmo a la apabullante derrota no pudo ser más torpe. Hablar de un “megafraude”, cuando existe entre los dos candidatos finalistas más de 11,26 puntos porcentuales de diferencia (cerca de un millón doscientos mil votos), solo demuestra el nivel de cretinismo al que ha llegado el caudillo y los acólitos de una agrupación decadente.

Gustavo Ortiz Hidalgo

gortizhidalgo@yahoo.com

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