Nada justifica que envíes a tu compañera de fórmula a un campo de guerra, a ver un triste espectáculo de misiles y de muerte. Nada justifica que judicialices a su hijo como parte de una retaliación política para amedrentar a su madre. Nada justifica que se quiera destituir a la vicepresidenta que él mismo eligió y con la que ganó una elección popular, simplemente porque le es una presencia incómoda. Nada justifica su constante vocación por minar la Constitución, por violentar derechos, por imponer a la fuerza y a su antojo, sus decisiones. Gobierna con sus hábitos de hacendado, y pretende hacer del país su reino.
Mientras tanto, los problemas de la gente siguen sin resolverse, y ellos siguen mirando hacia otros lados para no asumir su completa responsabilidad frente a la crisis que hoy vivimos, y de la que sabían se hacían cargo. Siguen quitando el cuerpo para evadir su incompetencia que parece absoluta ignorancia en el manejo de lo público. Lo único que ha sucedido en el Ecuador en este corto período, es que la crisis incontenible se rebasa por todos lados, y vergonzosamente, los grandes medios de comunicación siguen dando soporte al poder.
Se han alimentado el inmovilismo, la inercia, y el mutismo, que no puede durar mucho, porque la gente sin luz, sin agua, sin trabajo, y sin garantías para reproducir sus días, tendrá que salir a las calles, a cumplir con su derecho de protestar contra quienes nos quieren sumir en la oscuridad y el silencio. Hay que procurar democratizar la democracia, y la desobediencia civil es uno de esos caminos, siempre que el poder vaya en la vía contraria.
Pablo Vivanco Ordóñez
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