El último rincón en el olvido

Cuando Benjamín Carrión empleo la genial metáfora de “el último rincón del mundo” para referirse a Loja, entendemos que lo hizo con un alto grado de sensibilidad poética, valorando lo que nuestra provincia y ciudad representan en el contexto nacional: como un lugar en donde la paz, la armonía y felicidad son sus atributos principales; quizá no lo hizo pensando en el olvido en el que todos los gobiernos la mantendrían.

Es evidente que las obras de mayor connotación, sobre todo en materia de vialidad, por el norte llegan solamente hasta la provincia del Azuay y por el suroeste hasta El Oro, porque nuestra provincia, víctima de inviernos desconsiderados, tiene un sistema vial que es una amenaza para los conductores y sus pasajeros. Las autoridades creen que, en los sitios en donde se han producido derrumbes, deslaves, hundimientos, etc., con colocar una cinta amarilla con la palabra peligro, ya se ha solucionado el problema que se mantiene, en algunos por años, sin que haya entidad alguna que procure dar una solución definitiva.

En nuestra ciudad, por ejemplo, una obra que se vislumbrada espectacular por su concepción y perspectiva, me refiero a la avenida occidental de paso, que cuenta con paneles solares para su alumbrado nocturno, hoy está en total destrucción y abandono; pareciera que hubiese sufrido un fuerte cismo, por las cuarteaduras, desniveles y destrozos que prácticamente le han vuelto intransitable y, quienes lo hacen, deben sortear los múltiples inconvenientes que aparecen por doquier.

 Tengo que ser renuente en denotar el mal estado de las vías hacia Malacatos y Vilcabamba; hay fallas originadas desde el invierno del 2022 y que, como no fueron reparadas a tiempo, con el invierno de este año que fue devastador, se han incrementado los daños en los que, las clásicas cintas amarillas anuncian la inoperancia de las autoridades; en otros lugares, ya ni siquiera existen esas alertas de peligro, aunque esté latente. Ya han ocurrido algunos percances.

Ya es hora de que las autoridades: gobernadora, prefecto, alcaldesa, los cuatro asambleístas, prestantes ciudadanos y medios de comunicación, hagamos causa común para que Loja deje de ser el último rincón del mundo por su ancestral olvido, sino por el encanto que encierra.

Darío Granda Astudillo

dargranda@gmail.com

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