La débil democracia que vivimos, producto de una larga noche de diez años de “robolución estructural” como lo ha mencionado la Fiscal General de la Nación, no cambiará con el próximo proceso del sufragio, si no cambiamos juntos y de raíz… el cáncer de la desinstitucionalización del Estado.
Cotidianamente escuchamos una muletilla que repiten quienes tienen el poder, sea este económico o político: “voy a poner autoridad”; ilusos prepotentes diría mi amigo “Pancho Pueblo”, pues su ignorancia supina no les permite aprender que la autoridad no se la impone… se la merece.
Bajo esta reflexión que con seguridad aplica para la desinstitucionalización de la administración, se esconde el abuso del poder y la concentración de este en seres que se han sobrevalorado o se han calificado -por cuenta propia o por vanidad- como omnipotentes, estas personas engrosan las filas de la autocracia y sus acciones permiten que se instaure una dictadura del poder, que no es otra cosa que la concentración del poder en una sola persona a espaldas del pueblo que lo eligió.
Esta autocracia del poder es la primera que debemos derrotar en las urnas el domingo siete de febrero del próximo año; este debe ser el bisturí que corte de raíz el cáncer del desgobierno y la politiquería autocrática de quienes hicieron de la patria una zona franca de robo, vergüenza y corrupción; para que esto suceda les deseamos: …buen viento …y buena mar.