El cuento del 18 de noviembre

Pablo Ruiz Aguirre

El pueblo de Loja en la tarde del 18 de noviembre de 1820, previa convocatoria de Ramón Pinto, José María Peña, Nicolás García, Manuel Zambrano, José Picoíta, Espíritu Santo Correa se reúne en el actual Parque de la Independencia y avivando la causa de América libre recorren las calles de la ciudad hasta llegar a la Plaza Mayor y proclaman la definitiva independencia de Loja del yugo ibérico. 

En estas magnas luchas del pueblo lojano en pro de la independencia nacional y su integridad, junto a nuestros recordados héroes locales, no faltó el aporte de las heroínas lojanas que traspasando los linderos provinciales se llenaron de gloria en Pichincha y Tarqui, como las recordadas: Nicolasa Jurado, Inés Jiménez y Natividad Parrales. Pero hay algo más aquí que no se dice.

Cada año nos contamos esto, entre eventos formales y fiestas, pero ¿no es momento de contarnos algo más? 

De no solo contarnos, y esa herencia hacerla más que eco y palabras. De cansarnos del abandono, el centralismo y el abuso de la avaricia. No podemos año a año seguirnos contando un cuento, sino creando el camino propio para que en el futuro no digan que fuimos una generación que se contó el cuento sino que hizo historia, que se replanteó las cosas, que fue valiente heredera del pasado y no una generación que de vergüenza en el futuro. Falta entender por qué se reunieron aquel 18 de noviembre y cuáles son las independencias que nos faltan.

Falta alzar la mirada y ver la independencia pendiente del proceso de destrucción del ser humano de la naturaleza. Falta ver al de a lado y ver la independencia del proceso de polarización de la política, de destruir al otro, del egoísmo en las actividades. Falta mirar al norte y ver la independencia del centralismo que nos ve por el hombro con desdén. Falta mirar al sur, y ver la independencia de aquellos que también nosotros hemos olvidado.

Estamos viviendo una terrible sequía hoy en día, pero hay unas peores sequías, la sequía intelectual, de quienes ahora no piensan, no han decidido pensar. La sequía de la actividad, de quienes han decidido callar, no sumar desde su trinchera y tampoco hacer. Estas sequías también debemos enfrentar.

Esta independencia, ya no debe ser de hombres y mujeres armados, es un movimiento diferente. Si los héroes se convocaron hace 204 años, etc., pero la única manera es que año a año no nos contemos un cuento, es que honremos con acciones, pequeñas o grandes, esos nombres que están inscritos ahí en la torre de San Sebastián y el gentilicio de lojano lo llevemos con acciones más que con palabras.

Que salgan los pintores a decirnos qué realidad queremos en el paisaje todos.

Que salga la gente a tomar su ciudad y construirla y no esperarla solo de la clase política.

Que salga una guitarra, tocada por cualquier trovador a decirnos no que otros seres habitarán esta tierra, sino a componer las nuevas canciones que en el futuro nos den nostalgia de que no fuimos la generación de la vergüenza.

Que salgan todos con el propósito de ser mejores lojanos que ayer, de sembrar un árbol, de ayudar al prójimo, de pensar en ciudad y en el otro, y así, tal vez así este 18 no sea un cuento sino el inicio de nuestra nueva historia. 

¡Que así sea! ¡Que viva Loja!

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