Hace pocos días observé un video interesante de la periodista Janet Hinostroza, sobre la incidencia del voto joven en el Ecuador. En el mismo Hinostroza, con sutileza y buena música, explicaba lo que representó para los ecuatorianos vivir los efectos de la inflación, y como éramos millonarios, con dinero inservible, muy parecido a lo que sucede en Venezuela. Donde el Banco Central del Ecuador imprimía billetes por imprimir, sin respaldo que sustente su peso en la economía, para cubrir los errores que cometían los políticos, a sabiendas que la sociedad paga todo.
Ecuador es un país que ha variado mucho en los últimos años pasando del 2010 al 2022 su población de 15 a 17 millones de habitantes aproximadamente, siendo Guayas, Pichincha y Manabí las que concentran la mayor población 53,5%; su tasa de crecimiento ha disminuido de 1.9 a 1.3 en promedio nacional, siendo la Amazonia la que crece más, seguida de la Costa y al último la Sierra; el crecimiento urbano y el abandono del campo siguen siendo un problema y la edad media de los habitantes es de 29 años.
El porcentaje de gente joven que no conoce de los sucesos a los que hace alusión la periodista representa el 26,3% y los que ejercen el voto son aproximadamente un 25% (16 a 29 años), es decir, de los 13´736.314 empadronados, 3´434.078 están en estas edades. Hinostroza tiene razón al aseverar lo dicho, ya que ellos no vivieron este problema social, aunque por ese tiempo el problema inflacionario no era nuevo, en 1987 se volvió insostenible con 31,50%, llegando a 96,06% el 2000, que entramos a la dolarización, desde esa fecha a la actualidad nuestro índice inflacionario ha mantenido un promedio interanual del 1%. Querer crear una moneda paralela, suena a barbaridad, es anti técnico, no es el momento, ni estamos preparados para asumir tal responsabilidad.
Pablo Ortiz Muñoz
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