Cárceles: el reflejo de nuestra sociedad

La permanente crisis carcelarias es uno de los grandes problemas que tenemos como país, sobre todo si tenemos en cuenta el poco o nulo control del estado, y el manejo de estos centros por mafias y grupos organizados. No existen soluciones sencillas, pero un inicio puede ser crear verdaderos centros de rehabilitación; sin embargo, ¿es esto posible?

Hay experiencias interesantes en Suecia o Chipre, y sobre este último caso hay mucho que discutir. La Cárcel Central de Nicosia es un ejemplo a seguir para cualquier centro de rehabilitación en el mundo, y su éxito se debe al enfoque en derechos humanos, trabajo, ética y humanismo.

A primera vista, de no ser por las divisiones hechas con alambrado, esta cárcel no parece una típica prisión. Llena de colores, con una capilla y áreas verdes, así como canchas para deportes, la cárcel de Nicosia es un lugar agradable que no pretende intimidar. Anna Aristotelous, directora del centro, entiende la importancia de ver como seres humanos a los internos, ofrecer espacios seguros que den la ilusión de normalidad, establecer espacios de trabajo y formación, así como tener personal correctamente entrenado (el entrenamiento dura 2 años).

Los internos podan el césped, hacen la limpieza y trabajan para comprar su comida, accesorios y demás con dinero del centro (el dinero real no se admite adentro), otros además estudian y trabajan en los diversos talleres y actividades que ofrece la cárcel. El resultado: una reducción de más del 30% en la tasa de reincidencia.

Las cárceles deben pasar de ser centros de torturas a lugares donde se pueda dar una verdadera rehabilitación, y como sociedad está en nosotros apoyar estas iniciativas. No podemos olvidar que las cárceles son el reflejo de nuestra sociedad.

Juan Andrés Bravo

@JabravoV