Vidas que faltan

Porque hay familias que siguen sin saber de sus hijos, porque hay indicios que no pueden ser ocultados, porque nadie puede negar que fueron militares quienes se los llevaron, porque el silencio oficial ha sido brutal, porque nadie dio la cara a tiempo, porque siguen sin haber respuestas, porque no hay razón que pueda justificarlo, porque el fantasma de los falsos positivos va a empezar a levantarse, porque de fondo se escuchan las ejecuciones extrajudiciales de la historia. Porque siguen posando como si las vidas no importaran, porque siguen saltando en agasajos para que la gente olvide que nos faltan cuatro niños que no verán las luces de las fiestas, ni el pesebre, ni nacimientos, ni nada. Porque querrán ahogar los gritos de justicia, porque querrán aplacar el escándalo con navidad, por eso, no hay que dejar de nombrarlos, por eso es que no se puede guardar silencio ni un segundo, y porque mañana otros niños pueden desaparecer y morir en la oscuridad cómplice del poder.

Siempre supieron que militarizar la sociedad era un peligro y lo hicieron, y sabían que su ‘mano dura’ golpea a los más débiles, da resultados y les permite titulares. Siempre supieron que había que fabricar un enemigo, y lo fabricaron con todos los prejuicios de la ecuatorianidad y sus élites, lo fabricaron para mostrarse solventes, para hacer cadenas nacionales, para sentirse buenos, para limpiarse un poco del lodo que los salpica. Siempre supieron que declarando la guerra perdemos todos, y más, mucho más a los pobres, quienes siempre han sido tratados como un problema y no como ciudadanos, para ellos son “los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata”.

Pablo Vivanco Ordóñez

pablojvivanco@gmail.com

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