Suerte o actitud

La noción de suerte, tanto buena como mala, ha sido un tema recurrente en la filosofía, la religión y la psicología a lo largo de la historia. ¿Pero qué es realmente la suerte? ¿Es un ente externo que determina nuestro destino, o es más bien una construcción mental que utilizamos para explicar los eventos que escapan a nuestro control?

La percepción de la suerte es altamente subjetiva y varía de una persona a otra. Lo que para alguien es una gran fortuna, para otro puede ser una desgracia. Esta variabilidad se debe a diversos factores, como: experiencias previas, cultura, creencias, personalidad, etc.

La suerte, en muchas ocasiones, es una simplificación de eventos complejos. Detrás de un hecho aparentemente fortuito, pueden esconderse una serie de causas y consecuencias que escapan a nuestra comprensión inmediata. Al atribuir un evento a la suerte, estamos renunciando a buscar una explicación más profunda y a tomar responsabilidad por nuestras acciones.

La creencia en la suerte puede tener tanto efectos positivos como negativos. Por un lado, puede proporcionarnos una sensación de esperanza y optimismo, especialmente en momentos difíciles. Por otro lado, puede llevarnos a la pasividad y a dejar de esforzarnos, al considerar que los resultados dependen únicamente del azar.

La capacidad de superar los desafíos y aprender de las experiencias es fundamental para nuestro crecimiento personal. Al enfrentarnos a eventos que consideramos desafortunados, tenemos la oportunidad de desarrollar nuestra resiliencia, fortalecer nuestros vínculos sociales y adquirir nuevas habilidades.

En lugar de ser simples espectadores de nuestra propia vida, convirtámonos en sus arquitectos. Seamos seres proactivos que construyen su propio destino. Aceptemos los desafíos como oportunidades de aprendizaje y crecimiento. Dejemos de buscar culpables externos y tomemos las riendas de nuestra existencia. Al hacerlo, no solo estaremos transformando nuestra realidad, sino que también estaremos cultivando una profunda sensación de empoderamiento y satisfacción. La suerte, en última instancia, es una elección. Decidamos ser los artífices de nuestra propia buena fortuna.

Mauricio Azanza O.

maoshas@gmail.com      

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