Ser papá

Ser papá o padre es una condición biológica propia del varón que, con la pareja hemos procreado hijos. Y, sin dudas, es una experiencia increíble porque es la realización total del hombre, al igual que lo es de la mujer, cuando se convierte en madre. Claro que, en el caso de la mujer, su misma condición de ser maravilloso lleno de virtudes, sensibilidad y afectos, hace que su presencia pese mucho más en el hogar.

Pero hoy hablemos de papá, de mi viejo que hace rato se convirtió en el más lindo recuerdo que, junto con mi fenecida mamacita, bendicen cada una de mis acciones. Cuánta enseñanza recibí de “mi querido viejo”, en su afán de formarme para la vida y para ser cabeza de hogar. Su sabiduría, pronto lo puse en práctica cuando integré mi hogar y aprendí a ser papá de tres extraordinarios hijos.

La verdad que, ser papá, no es el hecho de engendrar solamente un hijo, eso puede ser producto de una atracción instintiva. Ser papá es otra cosa, es asumir la responsabilidad de ser pieza fundamental en la marcha del hogar, forjando, junto con la madre, la formación de los hijos, desde cuando son infantes, hasta cuando llegan a ser profesionales y generan su propio hogar en donde aprenderán igualmente a ser padres. Ser papá es disfrutar cada minuto del desarrollo de nuestros hijos, de sus primeros pasos, de sus balbuceos aprendiendo a decir mamá…papá…teta, de vestirlos con el uniforme del equipo de nuestros amores o con el uniforme que les conducirá a sus planteles educativos. Ser papá es vivir cada una de sus experiencias, disfrutando de sus alegrías o sufriendo con sus pesares; a veces, hasta de manera inaceptable, discutiendo con sus maestros, porque pensamos que nuestros hijos tienen la razón. Ser papá, es asumir el rol de responsabilidad económica para mantener el hogar, ser el soporte y motivación afectiva y emocional, ser papá es estar dispuestos, si las circunstancias se presentan, a dar nuestra vida por la de ellos.

Ayer fue el Día del Padre, entonces, vale preguntarnos, ¿qué tan buenos padres somos? Y si la respuesta no satisface nuestra inquietud, tenemos tiempo para enderezar el camino.

Darío Granda Astudillo

dargranda@gmail.com

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