Música del caos

La música y las canciones expresan ideas e historias. Las obras se comprenden mejor en los contextos en que fueron concebidas, así el arte es comunicación porque genera diálogos entre sus espectadores.

Los sucesos recientes en Ecuador dejan una banda sonora. Nuevos estilos, letras y acordes se imponen y alimentar las corrientes de consumo. Se entiende que cada generación trae formas de locución y manifiestan ópticas distintas. Algunas melodías perviven y ayudan a los investigadores a continuar en las rutas de sus creadores.

Pero, tal vez hoy se señala una sociedad extraviada, liderazgos inexistentes y el surgimiento de anónimos tiranos que controlan al país. Además, las composiciones no siempre son escritas o cantadas por artistas o grupos, hay automatismos en combinación con estadísticas que reemplazan a los humanos.

Los ideales de paz, encuentro o tolerancia, los temas de amor o desamor, los himnos de victoria o la canción social son reemplazados por una ingente producción de títulos homogéneos que exhiben un estándar donde lo regular es la fatalidad, la pobreza, la violencia y los abismos entre pocos “ricos” y los marginados.

También hay avances que tienen mínimas exposiciones en los medios generalistas de comunicación. El estándar es poner a circular singles ligeros con pocas reflexiones y de fáciles estribillos. A pesar de aquello, hay personas que rompen los moldes para mostrar que pervive la bondad, la belleza y la estética, pero son pocas.

Una de las muestras de que los ecuatorianos van en dirección de solucionar sus problemas será escuchar de sus artistas la esperanza, que “hay luz al final del túnel”. La música, sus cantantes y el pueblo no mienten y siempre hablan con la verdad. Ojalá que esto pase dentro de poco.

Abel Suing

arsuing@utpl.edu.ec

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