Mario Vargas Llosa, considera que la peor de las democracias es preferible a la mejor de las dictaduras. Si revisamos la historia contemporánea de la humanidad no es difícil darle la razón al ilustre escritor peruano. Ningún experimento totalitario se ha sostenido en el tiempo, sin que la ideología haya influido en su ineluctable final.
La derrota del nazismo y el fascismo, así como la destrucción del Muro de Berlín (símbolo de la implosión del socialismo marxista) son evidencias contundentes de que la democracia, al menos por ahora, es el único sistema político que puede lograr la equidad social en un marco de respeto a los derechos humanos.
El Ecuador tiene una democracia endeble, pero democracia al fin. De nosotros depende el fortalecimiento de nuestra institucionalidad democrática y salir de la grave crisis de representatividad política que tenemos. Al momento, la actividad política es vista como sinónimo de corrupción y oportunismo, lo que ha provocado la apatía generalizada de la población.
Este 5 de febrero el pueblo soberano, con su voto, decidirá si el país continúa hacia el despeñadero o, por el contrario, si consolida nuestro sistema democrático para permitir la reactivación económica, que continúa torpedeada por los mercaderes y tránsfugas de la política. Es la hora de elegir gobernantes honestos y eficientes, así como decidir, a través de la consulta popular, un mejor destino para el Ecuador.
Gustavo Ortiz Hidalgo