Pienso y repienso…

En algunas ocasiones, frente a problemas que se nos presentan, buscamos maneras de resolverlos y no nos es difícil hallar soluciones: al momento nos vienen ideas alternadamente precisas que pronto nos llevan a resolver esas situaciones problemáticas.

Pero hay también otras ocasiones en que nuestra atención queda atrapada en unas pocas ideas, que gravitan en nuestra mente de manera cíclica y recurrente. Y diría más: ni siquiera se trata de resolver un problema o algo importante, sino que nuestra mente se pone a pensar y repensar hechos ya sucedidos o que puedan suceder y que nos inquietan tanto, que nos quitan el tiempo para hacer lo que deberíamos hacer. Esta manía de pensar y repensar puede convertirse en un problema de salud mental.

Hay autores que han estudiado este problema y nos dan consejos que podemos aplicar en estos casos. Y, aunque no siempre puedan servir de igual manera a todos, sí pueden ayudarnos en alguna ocasión concreta. Veamos estas cuatro estrategias que aconseja Kristen Odegaard, citada por John Touhey en el sitio Aleteia:

Primero: Sal de tu casa. Tómate un descanso y respira al aire libre mirando otro panorama y disfrutando del mismo. Fija la atención en algo que más te asombre.

Segundo: Identifica soluciones. Anótalas y mira lo que es posible que ocurra con cada una de ellas; trata de ver cuál puede ser la mejor y visualiza resultados positivos.

Tercero: Mira las cosas buenas de la vida. Agradece lo que has recibido. Si disfrutas de algo bueno, tu ánimo estará listo a ver lo bueno de un problema y la solución mejor.

Cuarto: Reconoce que no estás solo. Siempre hay alguien que te puede ayudar: un familiar, un amigo, un experto en el tema. Y quien mejor te puede ayudar es tu Padre que está en el cielo y que sabe lo que necesitas antes de que tú le pidas.

Carlos Enrique Correa Jaramillo

cecorrea4@gmail.com