En la era digital actual, en la que se reinvento la comunicación experimentado una revolución sin precedentes; uno de los fenómenos más populares son los llamados «Memes»; imágenes virales acompañadas de textos ingeniosos y mordaces, que transmiten ideas, emociones y perspectivas de una manera notable con contenido de simples bromas, para convertirse en una auténtica fuerza cultural en línea, desde críticas políticas irónicos hasta reflexiones profundas, demostrado capacidad para condensar conceptos complejos en representaciones ingeniosas y memorables.
Cualquier persona con acceso a internet, puede convertirse en un creador o productor de contenidos de los famosos “Memes”, pero lo más sorprendente es la capacidad que conllevan para traspasar fronteras lingüísticas y culturales, gracias a su naturaleza visual y a la universalidad de ciertas referencias; logrando conectar a personas de diferentes edades y rincones del mundo al crear un lenguaje común, que trasciende las barreras idiomáticas. Comentario que lo hago, sin el propósito de caer en una crítica destructiva de la evolución inherente de tendencias o por la brecha generacional, consiente si de que se trata de una forma de expresión artística y social para compartir ideas, emociones y perspectivas de una manera fresca, ingeniosas y accesible. Sino con la intención de invitarlos a repasar a conciencia en su práctica responsable puesto que se puede incurrir en la difusión de una información errónea o indebida, que conlleva a debates incomodos sobre la ética de este tipo de comunicación, para hacerlo con la prudencia correspondiente.
Talía Guerrero Aguirre
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