La ruta de un estado fallido

Partiendo de una definición sencilla, los estados se constituyeron para proveer a los ciudadanos: salud, educación, seguridad, oportunidades de trabajo, orden y seguridad jurídica con su sistema administrativo y operativo independientes, infraestructura básica y una protección medioambiental progresiva. Cuando los gobiernos van debilitando estas competencias, estamos frente a la ruta de un estado fallido. Antes de entrar al análisis citemos los primeros pasos de esta ruta: corrupción, violencia criminal, instituciones debilitadas, economía debilitada, procesos democráticos fraudulentos; entre otros. Federico Engels decía: […] “Y ese poder, nacido de la sociedad, pero que se pone por encima de ella y se divorcia de ella más y más, es el Estado.” […]

Conforme se van materializando cada uno de los pasos que hemos puntualizado anteriormente, se va construyendo la ruta del estado fallido. Recorramos la institucionalidad de nuestro estado y marquemos esa ruta: 1) Hay corrupción generalizada; 2) Existe violencia criminal; 3) Se ha debilitado nuestra economía; 4) La justicia ha sido cooptada por el crimen y el narcotráfico transnacional; y, 5) La legitimidad del estado de derecho se ha trasladado a los clanes, los cárteles, los caciques y los caudillos. Dice Joan Báez: […] “Si no peleas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella.” […] Por lo menos en este aspecto, no estamos lejos de dicha aseveración, institucionalmente todo está cooptado por la corrupción, excluyendo quizá la Iglesia y algún sector privado que se ha mantenido incólume.

Muy poco falta para que dentro del análisis latinoamericano respecto de los estados débiles o aquellos ubicados en el eje del mal, se etiquete a Ecuador por presentar esas características y que se constituyen en una amenaza para la región. Surinam y Paraguay en el pasado, fueron firmes candidatos a ser ubicados dentro de este bloque de países con una ruta marcada hacia el bloque de estados fallidos; como sí lo logró Haití y que hoy vuelve a repetir ese camino.  Nos queda aún una pequeña dosis de oxígeno y moral popular, no la perdamos si mañana queremos legar a nuestra descendencia un país diferente; para que esto suceda les deseamos: …buen viento… y buena mar.

Lenin Paladines Salvador                                   

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