La política y su tinte popular siempre ha estado relacionada de forma profunda con los deportes y la diversión.
Experiencias a nivel internacional lo hay desde el expresidente de Estados Unidos Donald Trump y la lucha libre, así como también el presidente Volodimir Zelenski humorista.
Ecuador no se queda atrás, donde siempre el futbol ha sido el anzuelo para escalonar presencia en el escenario político y la masificación de la imagen política hasta llegar al poder como es el caso del actual alcalde de Guayaquil, el ex alcalde de Quito Rodrigo Paz entre otros cuya imagen siempre estuvo relacionada con equipos de futbol populares en especial del Astillero.
El mismo mecanismo se utilizó en Loja donde el vóley deporte popular del cantón que aglomera multitudes en especial en días festivos y fines de semana permitió que el candidato en ese entonces se sintonice con un importante porcentaje de la población haciéndolo merecedor de la administración municipal actual.
Pero, ¿por qué unos si y otros no dan fruto? A diferencia del último todos los otros candidatos, presentaron planes, proyectos coherentes en cierto grado, una postura política y una visión de hacia dónde querían ir, sumado al hecho de que ya estando en el poder han tomado decisiones importantes y siempre con el ímpetu de defender categóricamente a su tierra y a sus mandantes, buscando la ecuación del desarrollo y conectándose con el sentir del pueblo. Un resultado favorable por donde quiera que lo vean. Pero la pasividad, la ralentización, la improvisación, la nula actuación es el desdén para quien o quienes le otorgaron el apoyo y con desdicha profunda y escondida reculan hasta mas no poder su equivocación. Agua y aceite en el vulgo se dice que no se mezclan, pero creo que en algunos casos ha dado resultado y en otros como el nuestro tanto el agua y el aceite son de tan mala calidad que su resultado únicamente es una mezclilla con consecuencias desastrosas.
Paúl Cueva Luzuriaga
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