La palabra presidencial

Uno de los mayores activos que debe cuidar toda autoridad y, más aún, el Presidente de la República, es el valor de la palabra, es decir, mantener intacta la credibilidad frente a su pueblo, pues, de no hacerlo, con el tiempo, el discurso se devalúa tan rápido como bolívar venezolano, minando con ello su capital político.

Resulta preocupante, en el caso del Primer Mandatario, Daniel Noboa, escucharle -en más de una ocasión- pronunciar inexactitudes que ponen en duda la información gubernamental. Ahí está el incumplimiento de varios ofrecimientos de campaña que hasta hoy son meros enunciados, así como las cifras bastante optimistas respecto a la generación de nuevas plazas de empleo, cuyos números no cuadran con los reportes generados por las propias fuentes oficiales. Igual cosa ocurre, con declaraciones de funcionarios de gobierno, que presentan cifras sobreestimadas, verbigracia, en cuanto a la reducción del índice de violencia en el país.

Lo cierto es que una cosa es el cuadro que se pinta detrás de esas gruesas paredes que protegen al Palacio de Carondelet y, otro, el penoso panorama del Ecuador profundo, ese que se vive en las calles, donde la pobreza y desilusión están presentes, tanto así que la gente, en más de un 43%, mantiene la idea de migrar a fin de buscar mejores opciones de vida en otros países, pese a la fractura que con ello se produce en los cimientos de la sociedad, que es la familia.

El Ecuador necesita un líder que le hable claro y con la verdad, sin cálculos políticos de por medio. A la final, lo que la gente eligió fue a un hombre de carne y hueso para que dirija la nave del Estado.

Giovanni Carrión Cevallos

@giovannicarrion