
Entre los miles de años que lleva el conflicto palestino israelí, destacan muchos antecedentes que, de alguna manera, antes de la segunda guerra mundial no eran trascendentes excepto que, en 1917 Inglaterra en un acto ilegal aboga por un territorio que era parte del imperio otomano para que se forme el estado de Israel sin establecerse fronteras. Es aquí en donde empieza el litigio que hoy cobra grandes dimensiones.
En 1948 se forma el estado de Israel, fruto de una larga lucha por parte de las organizaciones judías mundiales y del naciente sionismo que reclamaba un estado judío por sobre todos los derechos de los árabes palestinos.
Como era de esperarse, el Estado judío nació con una guerra, llamada por los judíos “guerra de la independencia” con la que empezó una larga época de confrontaciones entre judíos y árabes. Los palestinos le llamaron a esta guerra el Nabka, traducido como “la catástrofe”
Desde entonces, ya suman 75 años de guerras y conflictos, de ocupaciones ilegales, de asentamientos paulatinos y de un total desprecio por las resoluciones de la ONU, desde donde se propuso desde un principio la creación de dos estados uno árabe y otro hebreo, y la ciudad de Jerusalén administrada por un organismo internacional. Al ofrecer al estado hebreo un 55 por ciento del territorio, fue inmediatamente rechazado por los estados árabes y también por los movimientos sionistas que querían abarcar con todo el territorio para sí.
Israel ha violado todos los acuerdos de la ONU, todas las propuestas de paz y todos los esfuerzos para dar a Palestina el status de Estado, mientras que sistemáticamente se ha ido adueñando de tierras palestinas, tierras que no le pertenecen.
Las tres guerras exitosas que ha mantenido Israel con el mundo árabe: la de la independencia en 1948, la de los seis días en 1967 y la del Yom kipur (o día del perdón) en 1973, les hicieron creer a ellos y nos hicieron creer al mundo que eran invencibles, pero los últimos acontecimientos nos han demostrado que ha fallado la tan proclamada inteligencia israelí, que ha fracasado el primer ministro Netanyahu y que han fallado sus principales socios del otro lado del Océano.
Como muchos analistas concuerdan, los ataques terroristas de Hamas contra Israel eran una bomba de tiempo que un día tenía que explotar. Han sido muchos los crímenes y vejaciones que han sufrido los palestinos a manos del ejército israelí, crímenes que no son noticia, que han pasado por desapercibidos por las grandes cadenas de noticias; crímenes que ocurren a diario pero que nadie los difunde.
Ahora, que ha reventado la cólera fruto de una humillación perenne, ahora que los israelitas sufren en carne propia lo que ellos vienen haciendo con los palestinos desde hace ya más de 70 años, entonces sí es noticia mundial, entonces sí debe ser repudiado y condenado el acto terrorista perpetrado por Hamás. De ninguna manera se justifica la brutal violencia con la que ha empezado esta guerra por parte de Hamas, pero el mundo debe conocer que este hecho no nace ahora si no que se veía venir, que es el fruto de otros tantos ataques no menos brutales por parte de Israel en contra de los palestinos.
Entre lo aterrador de todo esto, es de lo mejor que le ha pasado a Israel, se dio el momento oportuno para desplazar a más de un millón de habitantes de sus tierras y empezar a administrarlas ellos. Más de un millón de habitantes que no tienen derechos, en donde los asesinatos suman ya cientos de niños y en donde el ultimátum incluye incluso a los hospitales que deben desalojar urgentemente, seguramente muchos colonos estarán alistándose y frotando sus manos para recibir sus tierras.
Los judíos que han sido víctimas históricas en tantos lugares en donde han vivido, de pogromos y de asedios sistemáticos para desembocar en los acontecimientos del holocausto durante la segunda guerra mundial, pasaron de víctimas a victimarios y ahora someten a millones de palestinos a un etnocidio. Ahora cometen las mismas atrocidades que en otro tiempo otras fuerzas del mal cometieron contra ellos y que el mundo tanto ha condenado.
Los medios de comunicación a nivel mundial cargan con una gran responsabilidad al hacer de Israel la gran víctima de esta tragedia mientras que en el camino que llevó a ella, jamás mostraron las ocupaciones del país hebreo en la asediada Palestina, jamás difundieron los crímenes de niños, ancianos e inocentes o los desalojos de innumerables familias árabes para que se instalen los colonos judíos recién llegados.
Muchos estados del planeta han alzado ya su voz para tratar de detener esta masacre que crece en víctimas, en odio y en injusticia. Muchos valientes jefes de Estado han decidido ya romper relaciones con Israel de continuar el asedio contra cientos de miles de inocentes en la franja de Gaza y contra el silencio cómplice de otros estados que callan frente a la barbarie.
Mientras no haya un consenso por ambas partes, mientras el estado de Israel no esté dispuesto a negociar y a reconocer a los palestinos como un Estado soberano, los trágicos acontecimientos que estamos viviendo hoy serán solo uno más en una cadena sin fin de levantamientos y ataques en los que por desgracia las víctimas son siempre inocentes y los desterrados son siempre los mismos.
Hever Sánchez M.
@Hever_Sanchez_M