Me cuesta conciliar el sueño pensando en la Corte Constitucional. No por su labor, que es crucial en un sistema democrático, sino por la forma en que se elige. ¿Seis personas sin representación popular? ¿Cómo es posible que un órgano tan poderoso, que puede anular leyes y sentencias, esté en manos de un grupo tan reducido y no elegido por el pueblo?
La Constitución de Montecristi, con sus buenas intenciones, parece haber olvidado un detalle fundamental: la soberanía popular. Se nos habla de participación ciudadana, de democracia directa, pero en la práctica, la Corte Constitucional funciona como un ente ajeno al sentir popular.
No se trata de deslegitimar la labor de los jueces, que seguramente realizan su trabajo con la mayor profesionalidad. El problema radica en la falta de transparencia y legitimidad democrática del proceso de selección. ¿Cómo podemos confiar en un sistema que no nos permite elegir a quienes nos representan en un órgano tan importante?
La Corte Constitucional es un elefante en la sala que todos ignoran. Un sistema opaco que, en vez de fortalecer la democracia, la debilita. Es hora de replantearnos cómo se elige este órgano y cómo se garantiza la participación ciudadana en su funcionamiento. La democracia no puede ser un concepto abstracto, debe ser real y tangible, y la Corte Constitucional, con su actual sistema de elección, no lo es.
Santiago Paúl Saraguro Jaramillo
santiagosaraguro29@gmail.com
Buen articulo…Felicitaciones estimado Abogado