Aquella trágica historia de amor entre Ana María y Luis Felipe, perpetuada literariamente mediante la famosa leyenda El camino de los Ahorcados, ha sido puesta en escena el pasado 19 de marzo por parte del colectivo lojano Cuerpos Danza, a través de un montaje que nos ha impresionado y conmovido a los concurrentes. Bajo la dirección del artista, coreógrafo y bailarín Nixon Quishpe, un impecable y versátil elenco de dieciséis artistas entregó lo mejor de sí a través de un marco coreográfico de primer nivel, promovido por un marco musical definitivamente egregio, conformado por temas de las décadas del setenta y el ochenta, y por canciones de nuestro Julio Jaramillo.
Acaso porque el clímax se mantuvo en prácticamente toda la obra, dado que los movimientos, la danza, la música, la actitud y la aptitud de cada actor y bailarín, se conjugaron a la perfección en un ensamblaje que nos ha sorprendido gratamente. Incluyendo la representación del amor, pero sobre todo la representación de la muerte como la gran y totalizante tragedia humana –muy humana–, pero que en este caso proyecta e inmortaliza al amor no solo como anhelo sino también como sacrificio por el ser amado.
Ha sido inevitable, por tanto, no conmoverse, no volver a sufrir la historia como cuando la leímos por primera vez. Ha sido imposible que no se nos erice la piel mientras a nuestras entrañas se han adherido las imágenes, los movimientos, la música, la transfiguración misma. Porque, aunque expectantes, hemos sentido la historia, su drama y sus bemoles, como si hubiese acontecido ayer.
Enhorabuena por Loja que ha podido disfrutar de esta puesta en escena única. En medio de tanto caos y zozobra en que vivimos, el arte nos ha vuelto a sacudir para decirnos que, pese a todo, no podemos sucumbir. O para decirnos que el amor es el amor y que vale por sí mismo. O para recordarnos que no siempre la muerte lo sedimenta todo.
José Luis Íñiguez G.
editor@hora32.com.ec