Al dueto de pandemias a las que se menciona en los diferentes medios de comunicación: la del Covid 19 y la corrupción, yo voy a agregar una tercera: la política.
Y basta con que el pueblo se vea enredado en la pelea de los que lo van a salvar, para que las redes sociales “viralicen” las mentiras, calumnias, insultos, odios y todas las manifestaciones más bajas del ser humano.
Tal parece que en la mente de los políticos, sean de derechas, de extrema derecha, de centro, de extremo centro, de izquierdas, de extrema izquierda, de extremo centro izquierda, de arriba, de extremo abajo, o lo que sea, se ha metido un virus que hace pensar, equivocadamente, que mientras más se odie a los adversarios y se los denueste, más fácilmente se va a ganar el voto del electorado.
Frente a esta pandemia, el pueblo debe seguir las instrucciones para evitar el contagio:
Uno: ponerse una mascarilla que tape nariz, oídos, boca y ojos para que no se introduzca el virus; para no oír mentiras y calumnias; para que no salga lo mismo de uno; y, para no ver las redes sociales y que no obtengan entradas económicas los que logran más “likes”.
Dos: lavarse las manos y el cuerpo con abundante respeto a cada ser humano, aun a los candidatos que no tengan nuestra acogida y a los violentos que viven de las pedradas a los demás y a los que provocan incendios de bienes públicos o privados.
Tres: un distanciamiento social y político proporcional a la gravedad de las infamias y calumnias de los candidatos y seguidores afectados del virus. Y un acercamiento prudente a los que todavía no lo hayan contraído.
Que nuestro proceder sea de rechazo a este virus y de un señorío de trato, con profundo respeto y acogida para todos.