Luego de los ataques de Israel a Líbano, Cisjordania y Yemen, hace varias semanas, donde se produjo la muerte de varios miles de civiles en esas poblaciones, Irán dio una respuesta bélica en represalia a esos ataques y puso en marcha la Operación Promesa II, con la que golpeó a instalaciones militares en territorio ocupado por Israel.
Inmediatamente, Israel elabora una dura respuesta militar y en consecuencia una escalada mayor en el conflicto bélico y, con él, más riesgos para el mundo entero, claro está, con la venia y supervisión de los Estados Unidos.
Recordemos que hace pocos días, la presión internacional contra el genocidio que impulsa el sionismo en Gaza, Cisjordania y otros territorios palestinos, obligó a que el presidente Joe Biden llamase a un alto al fuego a Israel. Sin embargo, a raíz de la respuesta militar iraní, Biden ha cambiado su discurso y está planificando con Israel la posibilidad de ataques militares a instalaciones petroleras de Irán. Es evidente, entonces, que EE.UU. e Israel son los países responsables y continuadores de la guerra en Medio Oriente.
Para corroborar lo sostenido, hay un estudio que indica que EE.UU. habría gastado USD 17.900 millones en el último año en apoyo a la guerra que Israel mantiene sobre Palestina, que incluye dinero para reponer los sistemas antimisiles, combustible de aviones, misiles y armas de mano. A esto, deben sumarse las armas entregadas: municiones, desde proyectiles de artillería hasta destructores de búnkeres de 2.000 libras y bombas guiadas de precisión.
Los pueblos del mundo exigen que se declare un alto al fuego en Medio Oriente, condena y rechaza el genocidio, la violencia militar y la ocupación que continúa ejerciendo el régimen sionista de Israel sobre sus vecinos. ¡Es hora de la paz en Medio Oriente!
Remo Cornejo Luque