Convicción profunda

En el trajín del quehacer político uno encuentra personajes valiosos que dejan huella. Numa Maldonado, es sin duda uno de esos espíritus lúcidos, quien entre conversas me ha compartido algunos libros, uno de ellos el dialogo entre Chomsky y Mujica, texto que siembran ideas que germinan en quien las recibe. Tras absorber sus reflexiones, hoy siento la urgencia de compartir este pensamiento con la fuerza de una convicción profunda.

Partiré afirmando que debemos creer en el sentido común de la gente, como la fe inquebrantable del agricultor que siembra: si no confiamos en la tierra fértil de la conciencia colectiva, jamás veremos florecer la democracia verdadera. Es como pretender ganar músculo sin hacer ejercicio.

La grandeza de la democracia griega radicó en el ejercicio constante de la libertad y el intercambio, en ese choque permanente de ideas que hoy debemos recuperar, no copiando literalmente su modelo, sino adaptando su esencia a nuestro tiempo.

Vivimos en una era digital que abre nuevas fronteras, y esta es una ruta que la política debe considerar para habilitar la participación masiva de la ciudadanía, sin caer en discursos ortodoxos que idealizan la transferencia indiscriminada de poder a las masas. Se trata, más bien, de otorgar el bien público más valioso: la oportunidad de ser escuchados, combinada con la organización del trabajo colectivo. Esto implica dar espacio y trascendencia a la autogestión y a la responsabilidad de quienes forman parte de las estructuras sociales.

Un ejemplo claro es el cooperativismo, donde la dirección colectiva prevalece sobre la individual. Es probable que haya derrotas en el camino, pero, paso a paso, se alcanzan triunfos con efectos duraderos. Estoy convencido de que en el seno del pueblo hay talento y que, al fusionar las ideas y visiones de las generaciones, este proyecto dará frutos. De lo contrario, quedaremos atrapados en discusiones estériles.

Por eso, es crucial reacostumbrar a la gente a confiar en la política verdadera: un proceso largo, complejo y tedioso, ¡sí!, pero también organizado, ético y estructurado sobre bases sólidas. Solo así se podrá defender y proponer posturas políticas pertinentes, bajo principios claros: hermandad, justicia, libertad y superación colectiva.

Paúl Cueva Luzuriaga

paulscueva@hotmail.com

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