Estos tiempos de cenas y reuniones navideñas, pueden ser más que una simple costumbre. Son esa oportunidad en el que las historias detrás del trabajo de cada día, cobran vida: el esfuerzo silencioso, la creatividad inesperada, el apoyo en los días difíciles. Es un paréntesis para reír, abrazar y recordar que antes de ser compañeros, somos seres humanos “comunes y silvestres” con nuestros propios dramas.
¿Por qué entonces, no transformar estas reuniones en gratos recuerdos? Aquí algunas ideas:
Premios emotivos y con humor: Como si se tratara de los Premios Óscar, imagina reconocer al «Mago de la puntualidad» (aunque no siempre llegue a tiempo), a «Miss o Mister Simpatía» por esa habilidad de llevarse con todos, o al «Rey de la resiliencia» por nunca rendirse. Estas dinámicas liberan serotonina -conocida también como la hormona de la felicidad, que nos ayuda a regular la atención- se activan a través de las sonrisas. ¡Qué genial sería! reconocer el liderazgo natural o el talento de tu equipo.
Juegos que crean recuerdos: Una trivia sobre anécdotas del equipo, competencias divertidas o incluso escribir deseos para el próximo año. Son momentos simples, pero llenos de mucho significado.
Reconocimientos que inspiran: Más allá de los números, destacar los liderazgos naturales, la bondad que mueve a otros o la energía que levanta al equipo puede ser un regalo emocional para todo el equipo.
La Navidad nos enseña que no solo los logros -que por supuesto son importantes-, sino cómo llegamos a ellos y con quiénes los compartimos. Es el momento de agradecer por las pequeñas cosas, de reforzar los lazos que nos sostienen y de atrevernos a soñar con lo que viene. Porque en estos encuentros, entre risas y abrazos, es donde se construyen los equipos fuertes y los buenos recuerdos que nos llevamos por donde colaboramos.
Marlon Tandazo Palacio
www.marlontandazo.com