Cena navideña

Es muy común, en esta época, las cenas navideñas entre compañeros de trabajo, amigos de confianza y la familia; sin embargo, ¿a cuál de ellas le damos mayor importancia? Es fácil evidenciar como las reuniones del trabajo o con los amigos tienen más significado en nuestras vidas que el compartir con nuestra pareja e hijos. El término hogar proviene de hoguera, allá donde nuestros ancestros se sentaban a su alrededor para compartir alimentos y protección de los peligros que podían presentarse.

El hogar que hemos formado debe ser la primera opción en nuestras decisiones, nada debe anteponerse a ellos; no solo por el hecho de gasto que representa, sino también por los excesos que muchas se veces se presentan y que afectan a la relación con la pareja y los maravillosos hijos.

Las reuniones navideñas deben tener un objetivo claro; sin embargo, muchas veces solo es el deseo desenfrenado de consumo de alcohol que ayuda a la generación de conflictos en el hogar y en muchas ocasiones aumenta los accidentes y siniestros de tránsito, que en casos extremos enlutan a las familias lojanas.

La cena navideña debe ser el espacio de reencuentro entre los integrantes de la familia, el compartir momentos de alegría, generando una comunicación asertiva, sosiego, paz, tranquilidad y unión familiar, haciendo prevalecer los principios y valores de solidaridad, caridad, ayuda social, principalmente con aquellos que menos tienen.

Hagamos de esta Navidad un espacio para compartir, recordando que existen mesas que se encuentran llenas de comida, dulces; y, las vitrinas de juguetes, pero en la calle, padres de familias de niños con sus manos vacías porque no tienen la posibilidad de brindarles nada. Rescatemos el verdadero sentido de la Navidad y sus cenas, recordando que es maravilloso compartir con los que menos tienen. Recuerden es su decisión ser felices.

Francisco Herrera Burgos

gruposar16@gmail.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *