Los lazos familiares son los cimientos sobre los que construimos nuestras vidas. Entre todos ellos, el vínculo entre hermanos es uno de los más especiales. A lo largo de los años, estos lazos se fortalecen y evolucionan, creando conexiones únicas y duraderas. El vínculo entre hermanos, especialmente entre mayores y menores, es uno de los más profundos y significativos que un ser humano puede experimentar.
No solo los hermanos consanguíneos cumplen este papel. A lo largo de la vida, podemos encontrar figuras paternas o maternas en personas que no comparten nuestro ADN. Un amigo de la infancia, un primo mayor, un compañero de escuela o un mentor pueden convertirse en hermanos mayores «elegidos», aquellos que nos guían y nos inspiran en nuestro camino.
Es fundamental reconocer y valorar el papel de los hermanos mayores en nuestras vidas. Son ellos quienes, a menudo de manera inconsciente, contribuyen a moldear nuestra personalidad y a definir quiénes somos.
Ya sea por lazos de sangre o por conexiones inesperadas, la figura del hermano mayor es un regalo invaluable. Son ellos quienes nos enseñan a amar, a compartir, a crecer y a enfrentar los desafíos de la vida con valentía.
Los hermanos mayores son mucho más que simples familiares; son guías, amigos y confidentes que nos acompañan a lo largo de toda nuestra vida. A nivel personal, mi hermano Wilson es el mejor ejemplo de ello, su influencia en mi desarrollo es innegable y merece ser reconocida y valorada.
Cada cumpleaños es una oportunidad para reflexionar sobre las personas que han marcado nuestras vidas. En este día, celebro la vida de mi querido hermano evocando sus enseñanzas que me han llevado a ser una mejor persona. ¿Recuerdas aquella vez que nos escapamos a vender periódicos y nos regañaron por hacerlo? Ese día, y muchos otros, me di cuenta de la importancia de tener un hermano como tú, Wilson. Gracias por ser mi guía y mi cómplice.
¡Feliz cumpleaños, ñaño! ¡Te quiero!
Mauricio Azanza O.
maoshas@gmail.com