El gobierno de Daniel Noboa se ha presentado como una administración «joven y fresca», pero detrás de su fachada de modernidad, Ecuador se encuentra a la deriva, con promesas incumplidas y crisis cada vez más profundas en temas cruciales como seguridad y energía. Para quienes buscan un país más justo, igualitario y soberano, es claro que este gobierno de derecha no solo no está resolviendo los problemas de fondo, sino que está sumiendo al país en un abismo del que será difícil salir.
En términos de seguridad, Noboa prometió combatir la delincuencia y mejorar la calidad de c pero lo único que ha hecho es reforzar el estado de miedo y militarización sin ofrecer soluciones estructurales. En lugar de atacar las raíces de la violencia –la desigualdad, la falta de empleo, y el abandono de políticas sociales–, Noboa ha optado por un modelo de seguridad superficial, importado de modelos fracasados. Mientras la clase trabajadora vive con temor de salir a las calles, el gobierno se enfoca en discursos vacíos sin atacar el verdadero origen de la violencia.
A esta crisis se suma ahora un colapso energético que evidencia la falta de previsión y de responsabilidad del gobierno. La falta de lluvias es solo la punta del iceberg; el verdadero problema es la dependencia de un sistema energético frágil que no ha sido diversificado ni actualizado en años. Noboa, en lugar de invertir en energías renovables y en una infraestructura que permita autonomía energética para el país, ha dejado al Ecuador a merced de apagones y cortes que afectan directamente a la población, en especial a las clases populares y rurales. Estos sectores, que ya de por sí enfrentan dificultades económicas, ahora deben soportar una crisis energética provocada por la incapacidad del gobierno de gestionar adecuadamente los recursos públicos.
La administración de Noboa muestra un desinterés alarmante hacia las necesidades del pueblo. Su falta de planificación y su negligencia en temas de seguridad y energía evidencian que su prioridad no es el bienestar de la mayoría, sino los intereses de una élite que sigue enriqueciéndose a costa del país. Cada día que pasa, Ecuador se sumerge más en el caos y en la desesperanza, sin que el gobierno de Noboa ofrezca soluciones reales. Este no es el gobierno que el pueblo necesita ni merece; este es un gobierno que, si continúa por este camino, nos hundirá aún más en la desigualdad, la inseguridad y la precariedad energética.
Marco González N.