Un ciudadano consciente es el mejor antídoto contra la corrupción

La frase «Algo peor que un político corrupto es un ciudadano que lo defienda» encierra una verdad incómoda pero necesaria. La corrupción política es un mal que aqueja a muchas sociedades, pero es la complicidad ciudadana la que la perpetua.

Es fácil señalar con el dedo a los políticos corruptos y exigir su renuncia. Sin embargo, es fundamental preguntarnos por qué estos individuos llegan al poder y por qué, una vez allí, encuentran un caldo de cultivo propicio para sus malas prácticas. La respuesta, en gran medida, reside en la ciudadanía.

Cuando un ciudadano decide apoyar a un candidato por encima de sus principios éticos, está legitimando la corrupción. Cuando se tolera el clientelismo político, se está socavando la democracia. Cuando se aplauden las acciones ilegales de un gobernante, se está contribuyendo a la impunidad.

La corrupción no es un problema exclusivo de los políticos. Es un problema sistémico que requiere la participación de todos los ciudadanos. Cada uno de nosotros tiene el poder de exigir transparencia, rendición de cuentas y un gobierno honesto.

La lucha contra la corrupción es un compromiso ciudadano que implica una acción multifacética. Informarnos sobre los candidatos y sus propuestas nos permite tomar decisiones más conscientes en las urnas. Participar activamente en la vida política, asistiendo a reuniones y exigiendo rendición de cuentas, es fundamental para mantener a nuestros representantes bajo escrutinio. Educar a las futuras generaciones en valores como la honestidad y la integridad es una inversión a largo plazo para construir una sociedad más justa. Finalmente, exigir transparencia y ética en todos los ámbitos de la vida, desde la política hasta el ámbito empresarial, es una forma de demostrar que no toleramos la corrupción y que estamos dispuestos a luchar contra ella.

La lucha contra la corrupción es una tarea de todos. No podemos esperar que otros resuelvan este problema por nosotros. Cada uno de nosotros debe asumir su responsabilidad y convertirse en un ciudadano activo y comprometido.

Solo así podremos construir una sociedad más justa y equitativa.

Mauricio Azanza O.

maoshas@gmail.com

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