Todos quieren el poder, pero ninguno tiene la solución

En Ecuador, la política parece haberse convertido en una carrera donde muchos aspiran a ser candidatos, pero pocos parecen tener un verdadero plan o visión clara para enfrentar los desafíos que el país enfrenta. Esta proliferación de candidatos, especialmente en épocas electorales, refleja un problema profundo, la política se ha vuelto más un juego de poder personal que una verdadera búsqueda del bien común. Y esto plantea serios riesgos para el futuro del país. La falta de preparación y visión de muchos de estos aspirantes a cargos públicos es preocupante. Se ven campañas políticas llenas de promesas vacías, slogans bien construidos, pero sin contenido real, y una constante falta de propuestas concretas para resolver problemas de fondo como la pobreza, el desempleo, la inseguridad o la educación. Esto crea un panorama en el que los ciudadanos se ven obligados a elegir entre una larga lista de candidatos, de los cuales pocos tienen propuestas que realmente aporten soluciones a largo plazo. Muchos de los que se lanzan como candidatos no parecen estar motivados por un deseo genuino de cambiar la realidad del país. En lugar de ello, la política se ha vuelto un espacio para quienes buscan beneficios personales, ya sea en términos de poder, influencia o acceso a recursos. Esta realidad crea una desconexión entre la clase política y la ciudadanía, lo que solo incrementa el desencanto general con las instituciones públicas. Esta falta de seriedad en la política también deriva en improvisación. El Ecuador necesita líderes que entiendan la gravedad de los problemas estructurales que enfrenta el país. No basta con tener buenas intenciones; hace falta conocimiento, capacidad y, sobre todo, voluntad política para emprender cambios reales. La cantidad de candidatos sin propuestas serias refleja una falta de liderazgo, y la incapacidad de muchos de ellos de articular un plan claro de acción, esto pone en evidencia la crisis que atraviesa la política ecuatoriana. Es hora de que los ciudadanos exijan más de sus candidatos. En lugar de dejarse llevar por campañas mediáticas sin contenido, el electorado debe hacer preguntas difíciles, demandar respuestas concretas y buscar líderes que realmente estén comprometidos con el bienestar del país. No se trata de votar por el «menos malo», sino de buscar opciones que ofrezcan soluciones reales y sostenibles. La proliferación de candidaturas sin sustancia refleja un sistema político que ha perdido su enfoque. Para que el Ecuador pueda salir adelante, se necesita un nuevo tipo de liderazgo: uno que no solo busque ocupar un cargo, sino que esté dispuesto a hacer el trabajo necesario para transformar la realidad del país.

Marco A. González

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