Todo vale

Hace pocos días leí en El Comercio un artículo de Fabián Corral con el mismo título del presente. 

Su artículo se refiere a la pérdida de los valores con base en el “todo vale”, mediante el cual se da lugar a un estilo de vida en que todo tiene el mismo valor. Da lo mismo dar la palabra y cumplirla como no cumplirla. Viene bien hacer ofertas de baratillo en elecciones y, una vez en el poder, decir que no es posible porque las condiciones no son favorables. Es muy moral tener doble moral: se hacen negociados de trastienda y luego se pide castigo para los otros que lo hacen  porque “nosotros sí tenemos derechos”. El ejercicio de la responsabilidad pasa a ser un juego al que se puede asistir como se asiste a un estadio para ver un partido y luego hacer comentarios en la rueda de amigos en el bar.

Cuando no se entiende ni se acepta el sentido y la necesidad de las leyes y normas de sana convivencia, estas se convierten en los monstruos de Goya. La ley se convierte en el obstáculo de  nuestras libertades; la disciplina en una muralla para nuestro desarrollo libre; la libertad es la realización de todo lo que, sin ataduras ni restricciones, podemos hacer sin importarnos los resultados; el respeto es válido en cuanto nos favorece a nosotros; el esfuerzo por obtener algo de manera honesta es el engaño de los tontos; el derecho es un mecanismo para que toda ventaja sea nuestra.

A pesar de todo, como decía Ana Frank, creo en el ser humano. Creo que sí hay quienes han saboreado la delicia del esfuerzo para la consecusión de grandes metas y en la tranquilidad de colocar un pasamanos para evitar las caídas, porque la ley quiere evitar que nos degrademos si no hay algo que nos contenga.

Carlos Enrique Correa Jaramillo

cecorrea4@gmail.com