En los últimos meses nuestra naturaleza ha sido profundamente herida; los incendios forestales en su mayoría provocados reflejan una preocupante falta de amor, cuidado por nuestros pulmones verdes, que no solo sostienen una rica biodiversidad, sino que son parte esencial de nuestra identidad cultural y ecológica.
Cada chispa, ya sea por descuido o intención, hiere el corazón de nuestra tierra, afectando no solo la economía de nuestros campesinos, sino también desplazando a los animales, devastando la flora y fauna, contaminando el aire y empobreciendo el suelo; las cicatrices que dejan tardan décadas en sanar y como lojanos no podemos permitir que la irresponsabilidad, la indiferencia o la codicia sigan condenando nuestro terruño.
Sin embargo, a pesar de todo, aún hay esperanza, estos desastres son tragedias que afectan el aire que respiramos, el agua que bebemos y el legado que dejamos; debemos actuar y ser parte de la solución, asumiendo nuestro compromiso con empatía y determinación. ¿Qué podemos hacer?: renacer de las cenizas, denunciar cualquier acto irresponsable, participar en iniciativas de reforestación, educar sobre la importancia de proteger el medio ambiente y hacer que nuestras acciones hablen más fuerte que el fuego; que cada mano extendida hable de unión, cada árbol sembrado de una semilla de esperanza, que cada esfuerzo colectivo nos acerque a un porvenir sostenible.
Señores, Loja con su invaluable riqueza natural y cultural merece un futuro lleno de vida no de resignación ni quebranto.
Talía Guerrero Aguirre