La respuesta es porque es más fácil. Muchas personas tienden a proyectarse en quienes admiran, y es más sencillo no tener talento y obtener logros con la ayuda y esfuerzo de un equipo, que ser muy talentoso y luchar por obtenerlos por esfuerzo propio.
En la era digital, la gratificación instantánea se ha convertido en la norma. Las redes sociales y las plataformas de streaming nos bombardean con contenido nuevo cada segundo, no siempre de calidad, y esto no solo se da en la música, sino que es una tendencia en varias instancias. Todos quieren tener “éxito” y ocupar “cargos” etc., pero no se preocupan en capacitarse para ello y esperan que el trabajo lo realicen otros.
Por otro lado, Beethoven simboliza la dedicación, el esfuerzo y la maestría que requieren años de práctica y perfeccionamiento, no necesariamente con réditos inmediatos. Su música, aunque atemporal y profundamente influyente, no ofrece la misma gratificación instantánea que los éxitos de Bad Bunny. Como las cosas duraderas en la vida, requiere paciencia, atención y una apreciación más profunda de la complejidad y la belleza.
La pregunta entonces no es solo por qué es más fácil ser Bad Bunny que Beethoven, sino también por qué nuestra sociedad prefiere lo fácil y rápido sobre lo complejo y duradero. Es hora de reflexionar sobre nuestros valores y considerar si estamos dispuestos a sacrificar la calidad por la inmediatez.
Santiago Ochoa Moreno