Hace algún tiempo, en un dialogo con un amigo hablaba sobre la posibilidad de acceder a un puesto burocrático y aportar con ideas prácticas, que permitan incentivar el desarrollo del sector agropecuario, mediante la creación de mercados incluyentes, que le permitan al productor acercarse hacia las zonas urbanas, rompiendo el intermediarismo y lo que ello significa para el mismo.
¿Qué es un mercado incluyente? teóricamente este tipo de mercados se fundamentan en la incorporación de los menos favorecidos a los mercados emergentes, de forma que estos sean considerados esenciales en la dinámica de los mismos, sea como empleados, productores y dueños de compañías, así como, clientes o compradores potenciales. Se debe anotar que un mercado incluyente observa a los menos favorecidos, como aquellos grupos marginales asentados en su territorio, o a la población en estado de pobreza (Ruiz, 2018).
Si observamos el desarrollo que ha experimentado el sector agropecuario de la provincia de Loja, nuestros niveles productivos son deficientes en más del 90%, lo que ha generado que la mayor parte de los agricultores se ubiquen en los sectores de pobreza, por lo tanto, es aquí, donde los mercados incluyentes deben incidir, rompiendo el intermediarismo, que es quien, se lleva el benéfico del productor y encarece los productos que llegan a los consumidores. La solución es sencilla, pero requiere trabajo conjunto ¡Prefectura – Cabildo – Academia!, y es donde radica el problema, no es de sorprenderse lo que muchos ciudadanos dirán ¡imposible el trabajo conjunto! por supuesto, en una provincia que aún es manejada en parcelas y donde cada gallo canta en su gallinero, mal o bien, pero cree que canta, imposible pensar en este tipo de propuestas, porque rompen la costumbre, el caudillismo y la monotonía, haciéndolos que de repente piensen y trabajen ¡imposible alguien con esas ideas en la Institución, es un relajoso y no conviene!
Pablo Ortiz Muñoz
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