Para cierta lombriz, un plato de espaguetis es una orgía

Seguramente cuando Galeano, hablaba de esa lombriz, se refería a una cuica prejuiciosa que antes de interpretar el mundo desde la estrechez de una tripa, debería limpiar su mente de prejuicios y solo así gozar de la cordura para ver los acontecimientos tal cual son.

La razón humana no es tan perfecta, tiene una que otra cuarteadura estructural que han producido grietas por donde se cuela el error, la falacia, la equivocación.

Entonces el prejuicio es ese error, equivocación o falacia que le sucede a la mente humana cuando emite a la ligera una opinión, juicio o crítica sin tener los suficientes elementos previos en que fundamentarse, promoviendo la discriminación e ideas dañinas acerca de una o de varias personas.

Cuando decimos sin pensar en lo que decimos: los hombres son machistas; las mujeres son parlanchinas. Estamos diciendo un disparate, ilógico a todas luces, nos hemos precipitado a juzgar algo o a alguien emitiendo opiniones y juicios temerarios, acerca de lo que no conocemos, lo conocemos mal o de forma insuficiente.

Los prejuicios son el fruto de miedos y de dudas mediante los cuales suponemos y damos por ciertos hechos sin siquiera estar al tanto; son esos pensamientos que se encuentran generalmente ligados a malas experiencias pasadas, a ideas distorsionadas de la realidad, a la influencia de otras personas, o simplemente ignorancia.

Es hora de evolucionar mentalmente, de despojarnos de su adicción, es hora también de no permitir que los prejuicios nos limiten el contacto y la apertura hacia los demás. Y principalmente reconocer que cada persona es por si misma digna del máximo respeto y consideración.