Luego de escuchar la jerga de halagos y promesas propias de la campaña electoral de los presidenciables Daniel Noboa y Luisa González, nos toca acudir a las urnas el c no sólo a cumplir un deber cívico y democrático, sino también a aprovechar este derecho para decidir bien, a fin de que el país camine no al abismo ni a la amnesia colectiva que nos vuelve adormilados soñando en la nada y con miedo que nos quiten la libertad, sino hacia un Ecuador con capacidad, dignidad y honestidad. Con un horizonte de realizaciones con paz interna, seguridad y respeto a todos los valores humanos.
Nos toca decidir y hacerlo bien es su decisión porque el voto es personal. No hay que soñar con otra ocasión como la que tenemos hoy. Conviene entonces reflexionar y ponderar la importancia y pertinencia de este acto cívico-democrático, en el que el voto de 2.6 millones de jóvenes entre 16 y 29 años, juega un papel determinante ante la responsabilidad del destino del país, cuanto más que la juventud tiene urgencias preocupantes y “es la que tendrá que enfrentar y cosechar lo que se siembra ahora”.
La juventud ha cumplido retos en las jornadas de lucha, con la bandera izada, para cambiar el presente y el futuro nacional en democracia. Por eso hoy no debe ver la política desde la vereda del frente. Hay que bajarse a la calle, confundirse con el poder ciudadano, ayudar a despertar la ceguera social en procura de que su voto y el del pueblo, que es lo único que tiene, sea por quien haya respetado y respete las libertades y cumpla el desafío de asegurarnos vivir en democracia, con dignidad, de pie, garantizando un despertar cuajado de paz, esperanza y libertad para ser ciudadanos prósperos y felices.
Nos toca decidir bien, porque éste domingo 13 de abril que no es un día cualquiera, es Domingo de Ramos e inicio de la Semana Santa, no solo elegimos a un presidente, sino que decidimos el futuro del Ecuador.
Adolfo Coronel Illescas