En estos mismos momentos, en calles y oficinas alrededor del mundo, los libros pelean una batalla que puede ser decisiva para el intelecto humano. Varios gobiernos discuten los problemas de los derechos de autor que constituyen un aspecto muy importante de la gobernanza de los datos y de la IA. Es necesario recordar que para entrenar los algoritmos que permiten el funcionamiento de los modelos y sistemas de la IA, se necesita del cúmulo de conocimiento que por milenios la humanidad ha almacenado en libros. Mucha de esta información se encuentra digitalizada en repositorios informáticos y circula por la Internet con lo cual sirve como insumo ideal para establecer las primeras capas de datos que proveen de nociones básicas a la IA. Pero, sucede que todos estos libros tienen autores, editores, correctores, ilustradores, que poseen a su vez derechos de diverso tipo sobre el contenido de esos tomos. Algunos gobiernos quieren que esos derechos sean olvidados en favor de desarrollo tecnológico. Los afectados, sin embargo, no están dispuestos a ceder las enormes cantidades de dinero que sus derechos representan. La controversia ha pasado del plano de la discusión al plano físico desde el año 2023 cuando ocurrieron varias huelgas de escritores pidiendo el respeto a sus derechos. La última de estas manifestaciones tuvo lugar el pasado tres de abril frente a las oficinas de Meta en Londres. Fue liderada por prominentes escritores y es una muestra tangible del descontento humano frente a la voracidad de los magnates informáticos.
Por ahora podemos temer la aparición del síndrome de Fouché, es decir del supuesto servidor que pronto se convierte en amo. Los modelos amplios de lenguaje que utilizamos todos los días están asumiendo esa condición de dueños con enorme velocidad. Cuando redactan, resumen, crean por nosotros, nos someten al gusto general, anulan nuestra individualidad. Son buenos servidores, pero pésimos amos.
Carlos García Torres
cegarcia65@gmail.com