Tanto la política económica socialdemócrata, reformista, impulsada por Correa, así como el neoliberalismo impulsado por Moreno, tienen un denominador común: son políticas sostenedoras del capitalismo, de mayor endeudamiento, de dependencia y sumisión a las potencias extranjeras.
Hace unos días el gobierno de AP habló del “primer día de la recuperación” al anunciar que el país recibirá USD 6500 millones en desembolsos del FMI. Este empréstito que busca cubrir una parte del déficit fiscal, no es la solución a la crisis económica que vivimos sino un remache más a la cadena de dependencia y sumisión frente al capital extranjero.
El acuerdo firmado con el FMI favorece a los grandes grupos económicos y va en desmedro de los intereses de los trabajadores y pueblos, que verán desmejorar sus condiciones de vida. Es la aplicación de medidas neoliberales, de aquellas medidas que en la década de los 80, 90 y 2000, azuzó la lucha de los pueblos del Ecuador en contra de las privatizaciones, y que hoy pretende volver con más fuerza. El neoliberalismo busca un Estado «mínimo», que implique: dejar de encargarse de la producción de determinados bienes básicos relacionados con la infraestructura económica; desmontar el Estado social; dejar de inducir la inversión productiva y el desarrollo tecnológico y científico; lograr que los mercados se autorregulen.
La política de adquirir deudas para pagar deudas, de asumir el recetario fondomonetarista, con Martínez o Pozo, en franca afectación a los trabajadores y pueblos, es la expresión viva de un gobierno que no representa a la mayoría de sus mandantes y, precisamente, es esa mayoría la que se acoge al derecho a la resistencia popular, por un nuevo Ecuador.