Las pequeñas cosas hacen grandes personas

Caminando por la Loja de Mercadillo, leyendo viejos libros de antaño, sin duda, hemos cambiado, evolucionado o cómo usted guste llamar a esta nueva vida, que por más que encontremos cura a este virus, debemos aún encontrar la medicina a una sociedad tan enferma de mente que solo piensa en hacer el mal ajeno al prójimo.

¿Qué difícil es que la ciudad cultural del país tome congruencia y demuestre con acciones, más que con lindos discursos el bien hacer para lograr el bienestar ciudadano?

Por ejemplo: ¡Qué difícil es cuando uno va a cruzar la calle! Tenemos que esperar que pase una máquina de acero en cuatro ruedas. ¿Tan difícil es que el conductor de dicho auto se detenga para que un ser humano tenga la prioridad?

O quizá un papel tirado en la calle de aquel helado del niño inocente, muchos pasamos pisando el papel ¿Qué difícil es levantar y arrojar al tacho aquel papel? No es cuestión que sea suyo, sino que haga el bien a todos, evite accidentes o contamine el medio ambiente. O talvez un compañero del volante contamine nuestra salud mental con sus fuertes ruidos de su bocina y espere con calma el semáforo. ¿Qué difícil es esperar un minuto?

Al final nadie es perfecto, pero al menos intentemos equivocarnos menos. Empecemos ofertando el paso al peatón, evitando o levantado arrojar un pequeño papel en el tacho de basura y esperar un minuto, que morir en un minuto. Hágalo por usted, por sus hijos y por su Loja.

Piénsalo, servir nos hace más feliz. El altruismo pero con sensatez harán siempre que  las pequeñas cosas hagan grandes personas.