“Podrán morir las personas, pero jamás sus ideas” es una frase relatada por el Che Guevara cuando motivaba a las personas a unirse a una lucha armada contra la opresión de ciertos gobiernos en Latinoamérica. Pues él, conocía que en una guerra se mata o se muere.
Cada 9 de octubre se recuerda la muerte del “che”, unos con nostalgia y otros con alegría, pero como lo predijo el propio Ernesto Guevara, mueren las personas pero jamás sus ideas. Con los años he aprendido a ser tolerante frente al criterio de los demás en torno a los ideales de este personaje histórico.
Prefiero quedarme con la idea del médico que perteneciendo a una familia de clase alta, renunció a su posición adinerada y comodidad profesional para contribuir con un pueblo al que no pertenecía, pero que su sangre libertaria le obligaba a luchar contra una dictadura de opresión que mataba la libertad de la mayoría de cubanos que no tenían bienes y que debían trabajar para los extranjeros que eran los únicos propietarios de casas, hoteles y bares existentes en la Isla.
La idea de matar por imponer los ideales no es bien apreciada, pero tampoco debería respetarse a quien con sus ideales y políticas gubernamentales mata a personas por no atender sus necesidades de salud, alimentación, vivienda y educación, derechos humanos por los cuales luchó Ernesto Guevara, triunfando en Cuba, fracasando en el Congo y muriendo en Bolivia.
No pretendo convencer a quienes no comulgan con los ideales del “che”, pero jamás dejaré de recordar con mucha tristeza la muerte de un verdadero hombre libertario.