Quizá la gran mayoría de ecuatorianos relacionábamos la palabra “mafia” con aquello que nos dejó ver el séptimo arte, especialmente el cine que llevó a la pantalla algunas películas que aún forman parte de las carteleras de salas especializadas, entre ellas destacamos: El Padrino, American Gangster, Los intocables de Eliot Ness; entre otras.
En la definición más sencilla, la “mafia”: es una banda dedicada al crimen organizado. La actual Fiscal General de la Nación en algunos casos que ha investigado los ha calificado como: “estructura criminal”. Los integrantes de estas mafias se rigen por “códigos de honor” cuya violación suele ser duramente castigada llegando hasta la muerte del infractor y su familia. El Ecuador vive una ola de criminalidad, producto de la gran influencia del narcotráfico internacional. Sin embargo, al margen de esta realidad, hay otra que nos cuesta descifrar y que quizá es más peligrosa que la primera: “las mafias políticas”, aquellas que ostentan el poder. Dice John Le Carré: […] “¿cuál es la diferencia me pregunto yo, entre un país que encierra en la cárcel a unas cuantas personas de más y un país que deja en libertad a sus gángsters?” […] ¿Cuántos prófugos existen producto del seguimiento de la justicia?, o mejor aún, ¿cuántos delincuentes sentenciados están libres producto de las mafias políticas de la justicia ecuatoriana? Lamentablemente la desinstitucionalización del Estado ha hecho metástasis -para usar una terminología médica- producto de las mafias que han socavado todas las formas de gobierno. Nos cuesta reconocer que estamos frente a un Estado fallido, pues, la democracia que vivimos nos garantiza el sufragio, el resto es patrimonio de las mafias que operan cada proceso electoral. Lord Acton sostiene: […] “El mal del que está impregnada la democracia es la tiranía de la mayoría, o más bien de aquel partido no siempre mayoritario, que triunfa por la fuerza o el fraude al momento de las elecciones” […] Sin justicia y sin democracia, es obvio que estamos frente a un estado fallido, sometidos por las mafias del poder político, económico y narcodelictivo; para que esto cambie les deseamos: …buen viento …y buena mar.
Lenin Paladines Salvador
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