La sociedad global

En estos días la cumbre ambiental más importante de los últimos años se ha reunido en Escocia para discutir los problemas de la humanidad. Un encuentro de este tipo, independientemente de sus resultados, constituye una luz de esperanza para el futuro. Nos demuestra que los seres humanos podemos encontrarnos, dialogar, buscar acuerdos, señalar metas comunes. Hasta ahora nos hemos mostrado capaces de identificar las amenazas climáticas que se ciernen sobre el futuro de la especie y de postular algunas soluciones consensuadas plasmadas en los objetivos de desarrollo sostenible. Nunca antes en la historia humana se había alcanzado un beneplácito global sobre acciones concretas y sobre resultados tangibles. Puede decirse que la Agenda 2030, en tanto visión mundial democráticamente acordada, constituye el nuevo pacto ético de la humanidad. A partir de esta cumbre corresponde reforzar los compromisos adquiridos, así como las ideas de humanidad global que los respaldan. En esta tarea compartida tienen un papel esencial tanto los grandes líderes políticos y religiosos como los ciudadanos de a pie.

Frente a todo esto se encuentran absurdas voces destempladas que, con la mirada fija en su propia nariz y en sus propios intereses, niegan el calentamiento planetario y denuestan la Agenda 2030 con imaginarias teorías conspirativas. Asombrosamente estos predicadores demenciales tienen fuerte presencia en las redes sociales, con la consiguiente influencia en muchas personas jóvenes y desencantadas que buscan soluciones fáciles y radicales. Lo mismo ocurrió en la Europa de principios del siglo veinte. Hitler y Mussolini parecían inicialmente solo unos propagandistas alucinados y sus delirios, sumados al malestar colectivo, dieron como resultado 60 millones de muertos.

Carlos García Torres

cegarcia65@gmail.com