La palabra del político (I)

Respecto de la palabra coincidimos en la expresión que dice: […] “a través de la palabra expresamos lo que sentimos”[…] y colegimos que desde lo sentimental y coloquial estamos de acuerdo en dicha expresión, inclusive, en algunos casos, son verdaderos testimonios de vida, como las expresiones: “yo tengo palabra de gallero” o quizá: “mi palabra vale oro”.

Si esto lo trasladamos a la campaña electoral, al fragor del discurso y las ofertas de los candidatos, nos deja algunos matices que debemos analizar; y reflexionamos preguntando: ¿cuánto valor tiene la palabra de un político en general? y ¿qué valor damos a la palabra del político en época de campaña? La respuesta es incierta y volvemos a preguntas: ¿la palabra de un político se devalúa cuanto más poder alcanza a través de los años?

Quizá estemos equivocados en nuestro análisis -algo que anhelaríamos por el bien común- como dice el poeta: […] “la palabra de un político solamente es superior a las lágrimas de una viuda cuya traición lo llevó al suicidio a su esposo” […]. Sentencia que la vive el hombre común de nuestra tierra, pues su dolor, su impotencia y en muchos casos su ignorancia -producto de un analfabetismo político- lo han llevado al colmo de deambular de partido en partido empuñando la bandera de la burocracia y no los colores y las insignias de esa organización política. Para que este viacrucis cambie y no se repita en el próximo evento electoral les deseamos: …buen viento …y buena mar.