Escuché tu elegía
entre los ocasos que nacen
y las auroras que mueren…
Años atrás llegué al Taller Pa’labrar de la Casa de la Cultura núcleo de Loja, donde la conocí y de sus labios oí su elegía a un amor ausente. Le dediqué un poema a su ansiedad, publicándolo en mi segundo libro, Hojarasca del Recuerdo.
Hoy, con la felicidad de una acertada condecoración por su prolífera producción literaria, por parte del Consejo Provincial de Loja, los miembros del Taller nos congratulamos con ella y brindamos por su espíritu fino de sentir la vida, el amor, el silencio.
Y es que Glorita nació en la Celestial Celica para anidar en sí el idilio de la inspiración que jugando con letras y recuerdos, cosecha versos que escuchan los dioses, que engalanan a los mortales.
Sus obras literarias, una mezcla de sencillez sabia, dulzura humana y don para cautivar.
Su vida, un ejemplo de mujer lojana, sensible ante sus educandos, formal en su hogar y amante ante el amor.
Glorita, como yo la llamo, con ese diminutivo que lleva toda mi admiración y respeto, también entregó sus enseñanzas a los talleristas y en sus trabajos literarios comprendimos el espíritu poético de un alma enamorada con los misterios de la vida.
Cuando llegamos al Taller con mi hijo Fernando Rojas Meneses, fue muy noble con su ayuda. Gracias, muchas gracias, vamos cosechando poco a poco. Desde ahora llevará un distintivo más para engrandecer su espíritu inquieto y Dios la bendiga siempre, siempre.
Jaime Vinicio Meneses Aguirre